El próximo 10 de setiembre se cumplirán doscientos años del Reglamento de Tierras que firmó José Artigas, en Purificación, Paysandú, instando a los señores alcaldes provinciales a “fomentar con brazos útiles la población de la campaña”, previendo que “los más infelices serán los más privilegiados”.
Toda conmemoración tiene sentido si podemos analizarla en función de su incidencia en nuestro presente y de cómo pueden hacerse vigentes los principios que construyeron nuestras raíces como pueblo.
La intención de Artigas –con el documento que se constituyó en el primer reglamento de tierras de América Latina–, fue que todos aquellos que “con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad, y a la de la provincia” pudieran acceder, sin importar su raza, a un fragmento de tierra, a pequeñas estancias, para trabajar y mantener a sus familias.
La agricultura familiar es responsable actualmente, según datos del Instituto Nacional de Colonización, de la producción del 80% de las verduras consumidas en el país, y de aproximadamente un cuarto de lo que consumimos de frutas, leche y carne. Es a través de dicho instituto, principalmente, que los asalariados rurales y los productores familiares acceden a la tierra.
Como todos los aspectos de nuestra sociedad lo rural implica otras aristas además de la productiva. La población rural podrá ejercer plenamente su ciudadanía si también puede acceder, además de a la tierra, a sus derechos culturales.
Desde Cultura invitaremos a todos los uruguayos a participar de la discusión y elaboración del Plan Nacional de Cultura, que nos permitirá establecer objetivos, prioridades y las líneas principales a incluir en el diseño de las políticas públicas del sector.
En línea con los preceptos artiguistas será nuestra preocupación llegar a todos los ciudadanos para integrar y hacer eco de las visiones de todos los habitantes sin distinciones, respetando y promocionando las manifestaciones y prácticas culturales locales y las diversas expresiones artísticas, culturales y creativas.
Segunda nota sobre el Reglamento de Tierras: diversidad y felicidad.